Un Dulce Juego de Fśtbol

 

Erase entre la una y las dos de la ma–ana,

            Cśando un dulce juego de fśtbol se inici—.

Ese maravilloso jueves en la madrugada,

            Junto a la luna y a las estrellas, la inocencia y la pureza rein—.

Era un Buenos Aires tranquilo, sin despechos y sin amenazas,

            Que se brindo como leal audiencia, despues que escamp—.

Las luces c‡lidas de tan glorioso estadio, aunque destinadas al obelisco y a la facha,

            Acariciaron el partido con ternura y cari–o, protegiŽndoles el sue–o y el sudor.

 

Los pr’ncipes del bal—n no pasaban de quince a–os,

            Varones y hembras por igual.

Ellos, con entusiasmo, destreza, y empe–o,

            Bailaban una danza religiosa al son de un melodioso vals astral.

Ese bello rito acab— tan pronto como el primer bal—n de juego estallo,

            Pero Žl – en la magia de la noche – reencarno en piedra gris, en una pelota medieval.

 

Angeles abandonados que durante el dia est‡n perdidos,

            Sin casa ni familia, escapan y vuelan en la madrugada.

Ellos, con una hora de ni–ez, pasean en el cielo ins—lito,

            Solo con paz y armon’a, sin dolores, fricciones, ni amenazas.

 

Que prec’o, Ŕno?

            Una hora de ni–es entre veintitres m‡s de lloro y de soledad.